8.000.000 (ocho millones) de caballos murieron durante la primera guerra mundial.
La gran mayoría de los caballos no murieron por artillería enemiga sino por agotamiento, ahogamiento, atascos (atascados en el barro), caídas, enfermedades y por malnutrición en general.
Falta de alimentación
Durante las primera guerra mundial no se podía proveer a los caballos de comida suficiente.
Un caballo requería diez veces más comida que un soldado promedio. Durante la Primera Guerra Mundial, había una clara falta de pasto para que los caballos pudieran alimentarse. En zonas bélicas del frente occidental y en los desiertos del Medio Oriente era practicamente imposible enviar grandes cantidades de forraje para los caballos y por este motivo la mayoría se morían de hambre y agotamiento.
El bloqueo naval a los alemanes por ejemplo obligó a complementar la alimentación de sus caballos con serrín, lo que provocó que muchos murieran de hambre.
De todas las naciones en guerra, los caballos británicos son los que mejor se alimentaron.
Enfermedades y bajas temperaturas
A parte de la mala alimentación, durante la guerra, los caballos sufrieron mucho por el frío y las largas marchas. También prevalecieron las enfermedades equinas, problemas respiratorios y infecciones transmitidas por el barro, así como la fatiga, el agotamiento y la cojera causada por arduo trabajo que realizaban.
Las lesiones de combate no eran tan comunes. Pero miles de caballos también fueron tratados por heridas de bala, gases e incluso impactos de cañón.
Transtornos traumáticos
Al igual que muchos hombres durante la guerra muchos caballos a parte de secuelas físicas también sufrieron transtornos por estrés postraumático o TEPT y muchos de ellos tuvieron que ser sacrificados.
¿Qué pasó con los caballos despúes de la primera guerra mundial?
Después de la guerra, la mayoría de los caballos que sobrevivieron fueron sacrificados. Muchos también fueron vendidos a los franceses para trabajar en granjas francesas o para el consumo de su carne, lo que provocó un gran alboroto en Gran Bretaña, ya que su gente no solía consumirla.